Ya les contábamos que los ingenieros en Tierra están peleando para mantener comunicación con la Voyager 1 de la NASA, que está a miles de millones de kilómetros de distancia.
Si bien podríamos estar ante un adiós anticipado con el objeto humano más lejano en el espacio, también podría ser solo un bache que finalmente se resuelva.
La cosa es que más allá de la nostalgia por decirle adiós a una misión que lleva más de 46 años de viaje, la Voyager 1 fue y sigue siendo muy importante científicamente hablando.
Y acá mero hacemos un breve recuento de lo que nos enseñó la sonda espacial de la NASA durante su viaje hacia el exterior de nuestro Sistema Solar.
Y es que ya tienen su buena historia. La Misión Interestelar Voyager (VIM) de la NASA cuenta con dos naves espaciales gemelas, la Voyager 1 y 2.
Fueron lanzadas en 1977 y en ese momento la misión principal era la exploración de Júpiter y Saturno.
La cosa es que después de cumplir el objetivo, la misión se extendió. Solo para que nos demos una idea: las naves fueron construidas para durar 5 años pero a medida que los objetivos se cumplieron, se reprogramaron por control remoto para darles mayores capacidades.
La misión de 5 años se extendió a más de 46 y siguen funcionando. La NASA explica que las comunicaciones con las naves se van a mantener hasta que las fuentes de energía ya no puedan suministrar suficiente energía para alimentar los subsistemas críticos.
Se calcula que ambas naves tienen lo suficiente para seguir funcionando más allá del 2025. La Voyager 1 entró al espacio interestelar el 25 de agosto de 2012 mientras que la Voyager 2 sigue su camino hacia el exterior del Sistema Solar.
De acuerdo con el monitoreo de la NASA, la Voyager 1 ahora está a 24 mil 371 millones 722 mil 864 kilómetros de distancia de la Tierra y se aleja a 61 mil 196 kilómetros por hora. La Voyager 1 es la primera nave espacial en entrar al espacio interestelar y es el objeto creado por humanos más alejado de nosotros.
Y a pesar de la distancia, los ingenieros en Tierra aún pueden repararla a distancia. Los mensajes de ida y de regreso tardan aproximadamente 45 horas.
La aproximación más cercana de la Voyager 1 a Júpiter ocurrió el 5 de marzo de 1979, luego llegó la Voyager 2 en julio de 1979.
Pero no crean que tomaron dos fotos: entre ambas naves tomaron más de 33 mil fotografías del planeta y sus 5 lunas principales. Vaya que las fotografías son impresionantes porque además hasta ese momento las únicas que se tenían fueron tomadas desde la Tierra. Solo la Voyager 1 tomó casi 19 mil fotos y muchas otras mediciones científicas.
Todos los datos que obtuvieron las Voyager sirvieron para entender los procesos físicos, geológicos y atmosféricos de este planeta, así como el descubrimiento de volcanes activos en la luna Ío.
La nave espacial Voyager 1 llegó en noviembre de 1980 a Saturno. Descubrió que más o menos el 7% del volumen de la atmósfera superior de este planeta es helio y el resto es hidrógeno.
Y ¿esto para qué sirve o qué? Bueno pues la menor abundancia de helio en la atmósfera superior, en comparación con Júpiter, puede implicar que el helio más pesado se hunde lentamente a través del hidrogeno, lo que explicaría el exceso de calor que Saturno irradia.
Y va un dato curioso: Saturno es el único planeta menos denso que el agua, entonces suponiendo que se encontrara un lago lo suficientemente grande, Saturno flotaría en él.
Las Voyager midieron vientos de 500 metros por segundo en Saturno y encontraron emisiones ultravioleta de hidrógeno similares a auroras en la atmósfera.
Después de estos dos productivos acercamientos con Júpiter y Saturno la Voyager 1 agarró camino para salir del Sistema Solar mientras que la Voyager 2 hizo escalas en Urano y Neptuno.
Poco antes de decirle adiós para siempre a nuestro Sistema Solar, la Voyager 1 volteó hacia atrás y tomó varias fotos históricas. La nave tomó un total de 60 fotogramas que juntas confirmaron un retrato de nuestra casa y nuestros vecinos.
Pero específicamente la de la Tierra es impresionante. El astrónomo Carl Sagan la llama a Pale Blue Dot, porque a la distancia la Tierra es eso, un pálido punto azul en la inmensidad del espacio.
La foto fue tomada por la Voyager 1 el 14 de febrero de 1990, hace 34 años, desde los límites del Sistema Solar.
Las dos naves gemelas Voyager llevan consigo discos de oro grabados con información de la Tierra, pero como la Voyager 1 de la NASA fue lanzada primero, digamos que es la primera sonda espacial en llevar consigo un mensaje audible al espacio y al espacio interestelar.
¿De qué discos de oro hablamos? El disco de oro de las Voyager son dos discos fonográficos de cobre bañado en oro y de 30 centímetros de diámetro que viajan con ambas naves. Se llama “The Sounds of The Earth”.
En la portada del disco hay un dibujo del disco y el lápiz que lleva consigo para poder reproducirse desde el principio. Luego, a un lado, está en binario el tiempo correcto de una rotación del disco para que, quien lo encuentre, sepa que el disco debe reproducirse de afuera hacia adentro. Pa’pronto: las instrucciones para reproducirlo de manera correcta.
Comienza con saludos en 55 idiomas diferentes, e incluye un breve mensaje del Secretario General de la ONU. También está una grabación conocida como “Sonidos de la Tierra”, donde los científicos mezclaron toda clase de audios de nuestro planeta: desde la lluvia o los animales, hasta las locomotoras y los aviones.
Viene el sonido de un beso, la risa de un bebé y el abrazo de su madre. Y finalmente una playlist con canciones de todo el mundo, música étnica, clásica o moderna. Por cierto, se incluye El Cascabel, la canción mexicana que Carl Sagan incluyó.
Y si como nosotros tienes curiosidad de saber en dónde van los discos de oro en las Voyager, acá mero te mostramos la foto.
Por muy increíble que parezca, a pesar de que la Voyager 1 de la NASA ya no está en el Sistema Solar, seguimos recibiendo comunicación de ella y ella sigue enviando información.
En los últimos años ha tenido una serie de fallas que hasta el momento han sido resueltas o parchadas por el equipo en Tierra para alargar su vida todo lo posible, pero eventualmente no será posible.
Y solo para que nos demos una idea: si mandamos un mensaje a la sonda, le llegará en 22 horas. Si nos manda un mensaje la Voyager 1, nos llegará después de 22 horas.
Entonces para enviar un comando, que la nave lo ejecute y saber si funcionó, los ingenieros en Tierra tienen que esperar casi 45 horas. Y si no funcionó, va de nuevo.