Dentro de la Selección oficial de la edición 22 del Festival Internacional de Cine de Morelia (FICM) está Sujo, una de las producciones mexicanas más esperadas de este 2024 a partir de sus realizadoras, la dupla conformada por Fernanda Valadez y Astrid Rondero.
Valadez y Rondero son responsables del que, para nosotros, es el filme más destacado dentro de nuestra filmografía en los años más recientes, Sin señas particulares, con la cual se llevaron un montón de premios nacionales e internacionales (y de la que insistimos, debió ser la representante de México para la pasada temporada de premios de 2023).
Este 2024 regresan con Sujo, un drama coming-of-age que triunfó en Sundance con el Gran Premio del Jurado, y con el que las apuestas y expectativas son tan grandes, que incluso es ya la elegida para representar a México en 2025 tanto para los Oscar como los Goya.
Con Sujo, las directoras se vuelven a reunir con el actor Juan Jesús Varela para interpretar a los dos protagonistas de esta historia: el de un sicario llamado Josué y su hijo Sujo. Josué es un sicario apodado “El Ocho” (el número corresponde al nivel de brutalidad dentro del cártel), y quien cría a su hijo Sujo con la ayuda de su cuñada, la “bruja” del pueblo.
Josué entró al cártel desde niño tras un encuentro derivado de la casualidad con el jefe del grupo criminal. No había de otra para él, y al momento en el que vemos que se acompaña de su propio hijo mientras realiza algunos trabajos, entendemos que el pequeño Sujo tampoco podrá escapar de su destino.
Pero Josué es asesinado, y el niño queda al cuidado de su tía, quien toma la decisión de aislarlo por completo de la comunidad para evitar que se convierta en el objeto de la venganza contra su padre, y para alejarlo del inminente círculo de violencia en el que todos los hombres caen.
Es así como vemos el recorrido de Sujo de niño a adolescente y luego a un hombre, uno que ya está en edad para entrarle al quite como sicario, o para huir de ahí. Y Sujo huye obligado por las circunstancias o porque simplemente su destino no era convertirse en su padre.
Sujo plantea varios cuestionamientos sociales, políticos y culturales a lo largo de su historia, pero lo destacado de esta película es que a diferencia de otros dramas centrados en el crimen y la violencia como consecuencia de la pobreza, incluidos algunos títulos de las directoras, nos muestra un camino esperanzador.
En Sujo entendemos que las infancias son el grupo más vulnerable, las mayores víctimas de la violencia en cualquiera de sus formas. Pero la responsabilidad de su bienestar no recae en su totalidad en las familias o la sociedad, sino se comparte con el Estado.
Al final, no importa qué tanto “alejes” o “escondas” a las infancias del entorno de violencia; su presencia es tan grande, y tiene la capacidad de tomar cualquier forma, que siempre encuentra nuevas víctimas. Pero ante la inminente violencia, está la posibilidad de una vida distinta. ¿Existe para todos? Lamentablemente no. Pero si uno puede tomar la decisión, entonces hay algo que se puede hacer, hay un recorrido que se puede seguir.
En el entorno descrito en Sujo, “tener una vida distinta” se convierte en un privilegio, y Sujo lo toma, se salva. Y lo genial es que las directoras no romantizan esta parte haciéndolo ver como una situación en potencia o un contexto general, sino como una circunstancia individual que nos permite vislumbrar algo mejor para ese sujeto.